Una vez más una nueva "crisis" de los precios del petróleo. Sin embargo, ésta no tiene precedentes. Los precios del petróleo imponen nuevos récords, se sitúan sobre los 80 dólares el barril, y aún no comienza el invierno del hemisferio norte, época en la que - debido al uso del combustible para la calefacción - estos precios tienden a registrar alzas estacionales.
Los niveles de precio actuales distan muchísimo de los registrados en las crisis previas: cuando se produjo la guerra Irán-Irak a finales de los 70's e inicio de los 80's, el barril de petróleo llegó a costar casi 40 dólares; con el incremento de la producción, especialmente de parte de Arabia Saudita, estos precios comenzaron a bajar hasta que, ya a mediados de los años 80, se colocaron por debajo de los 20 dólares (llegando a cotizarse por los 15 y 16 dólares el barril). La estabilidad se mantuvo, hasta que estalló la guerra de Irak, con la invasión de Kuwait a finales de los 80's e inicios de los 90's. Sin embargo, aún en esta época, el barril apenas subió por encima de los 20 dólares. Hace tan sólo tres años, a finales de agosto del 2004, vimos cómo el mundo celebraba que el precio del barril se había colocado por debajo de los 40 dólares; un mes después, a finales de septiembre de ese año, el barril se colocaba por encima de los 50 dólares. Aún muy lejos de los niveles de hoy día. Los precios del petróleo, superando ya los 80 dólares el barril, difícilmente vuelvan a ser lo que fueron en el pasado reciente. En los últimos 20 años, la demanda de petróleo ha crecido casi hasta duplicarse, mientras que la oferta se ha reducido en cerca de un 40%.
Nuestro país, dependiente como es del petróleo importado, debe abrir los ojos y reflexionar. Hace unos años, con la crisis de la tasa del dólar (por encima del 50 por 1) y la escalada en los precios del petróleo del 2003, se adoptaron medidas de "austeridad" (esta frase se repitió tan sólo hace un par de años), las cuales fueron más bien una forma de decir algo y aparentar que se actuaba de forma efectiva. La realidad es que estas "medidas drásticas" (horarios de expendio de combustibles, supuestas limitaciones a circulación de vehículos oficiales, etc.) traen muy poco beneficio - si es que traen alguno - para el ahorro de combustible y, por tanto, de divisas. Su impacto es ínfimo.
La reflexión en el momento actual debe llevarnos más lejos. Sugiero algunas ideas a considerar:
- Iniciar, ante todo, con un profundo y cuidadoso análisis de la dinámica sistémica que rodea la situación, que permita comprender las causas reales de la demanda de combustible, y las intrincadas relaciones causales entre aspectos tales como la generación ineficiente de energía, entre otros asuntos.
- Efectuar un completo plan de ordenamiento del tránsito vehicular. Basta echar una mirada a nuestros interminables entaponamientos para comprender la cantidad de combustible que quemamos cada día inútilmente, con las consabidas consecuencias no sólo económicas, sino ambientales. Lamentablemente, nuestros agentes de tránsito no están entrenados para sincronizar un complejo sistema logístico, como es el tránsito vehicular. Entendemos que las autoridades deben cuanto antes contratar los servicios de profesionales especializados en esta rama, de forma que se establezcan nuevas rutas y normas de tránsito, que maximicen la tasa del flujo vehicular, minimizando los entaponamientos. Entrenar a los agentes de tránsito es un requerimiento esencial, para que éstos comprendan las consecuencias de sus actos, y que dejen de pensar que dando paso masivo en un solo sentido y llenando a toda capacidad un trecho de la avenida, están haciendo el mejor de los trabajos: no es su culpa; simplemente no están entrenados, no son conscientes.
- Controlar y erradicar las malas prácticas de parqueo en las avenidas y calles de alta circulación. Nuestras avenidas están siendo utilizadas a un 60% (y a veces menos) de su capacidad, debido a la cantidad de vehículos aparcados en zonas hábiles para transitar.
- Fomentar de forma sincera y activa la generación de energía de fuentes alternativas, más que simplemente apoyando una ley, acelerando el proceso de inversiones en este sentido, a través del fomento agresivo de las mismas. Debe fomentarse tanto la producción de estas energías más limpias y más económicas, como su consumo. Una vez más, independientemente del tema del precio del petróleo, estaremos haciendo un gran favor a nuestro planeta y al aire que respiramos.
- Nos hace falta una buena dosis de educación, de la verdadera educación, ésa que forma e informa. Se gasta mucho dinero en campañas informativas innecesarias, vacías, vanas; se invierte prácticamente nada en estrategias de comunicación que realmente hagan mejor a nuestras personas, a nuestro pueblo. Una buena campaña, objetiva, directa, clara, precisa e insistente, puede redundar en grandes ahorros en términos de energía, y en mejores hábitos para la economía y el medio ambiente.
- Otro aspecto a considerar es el de nuestra arquitectura; nos preguntamos: ¿es adecuada la arquitectura de nuestros edificios (comerciales, residenciales, de oficina) para nuestro clima?
- Finalmente, no porque se acaben las posibles ideas, sino porque la lista es más bien interminable y no cabría en este espacio, tanto el sector público como el sector privado deben constituir un pequeño equipo de pensadores entrenados (entrenados en el arte y los métodos de pensar), para que elaboren los análisis y las propuestas que se requieren, más allá de compromisos políticos o económicos: pensadores independientes, pensadores creativos, pensadores dinámicos, que puedan ofrecer soluciones prácticas, de alto impacto, en muy muy poco tiempo.
Ha llegado la hora de presentar nuevas opciones, de elaborar e implementar propuestas creativas y acciones realmente efectivas y sostenibles. Es hora de comprender que, con el fin de lograr resultados distintos, debemos comenzar a hacer cosas distintas de forma distinta a como las hemos hecho hasta hoy; de lo contrario, estamos condenados a repetir la historia.
sábado, 29 de septiembre de 2007
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1 comentario:
Asumir posiciones, y atreverse a aportar ideas creativas para solucionar problemas colectivos es loable.
Creo en eso y asumo el reto de tratar de producir cambios comensando por mi.
Tire pa lante don carlos,mi aprecio y admiracion
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