En una entrega anterior (ver entradas anteriores más abajo en este blog) conversábamos acerca de la educación en la República Dominicana, compartiendo algunas inquietudes fundamentales en relación con lo que consideramos que debe ser la verdadera educación y el verdadero modelo de un sistema educativo. Comparábamos el sistema educativo con un vehículo, un vehículo que hay que conocer y saber conducir y cuidar. La educación moderna es como un vehículo que cada vez más viene equipado con aditamentos de más alta tecnología. Continuamente están surgiendo nuevas investigaciones y, sobre todo, nuevos descubrimientos y desarrollos que están revolucionando la forma en que se consigue la enseñanza y el aprendizaje; y no hablamos de tecnología de información, no. Hablamos simplemente de herramientas y métodos que tienen que ver con la forma en que conocemos el cerebro humano y trabajamos con él. Tienen que ver con la manera en que se desarrolla el aprendizaje, la inteligencia, la capacidad mental... tienen que ver con la manera en que habilitamos a los jóvenes y adultos para utilizar integralmente su cerebro, al 100%, no el ínfimo 5% que le enseña a utilizar los sistemas educativos tradicionales.
En diversos escenarios he llegado a afirmar que la educación como se conoce en nuestro país (como norma) tiende a producir, en masa, hemipléjicos funcionales, puesto que se orienta al desarrollo y utilización de las facultades del hemisferio izquierdo del cerebro, ese hemisferio que hace el procesamiento de letras, palabras y números; ése que se encarga del pensamiento lógico-estructurado, secuencial, a veces cuadrado. Sin embargo, los sistemas que como norma conocemos en la educación tradicional, se olvidan del hemisferio derecho, ése que es holístico, sistémico, donde surge la creatividad... el que es decenas de miles de veces más rápido y más capaz que el izquierdo.
Definitivamente, cuando hablamos de este tipo de tecnología de aprendizaje, estamos hablando de un vehículo radicalmente distinto, un vehículo de alto desempeño; un vehículo de alto impacto estratégico para el desarrollo de mejores condiciones y calidad de vida para nuestros jóvenes y adultos; un vehículo esencial para conseguir un pueblo mejor, más educado; real e integralmente educado.
Pero… Y el piloto, ¿dónde está? ¿quién va a conducir este nuevo vehículo? ¿quién lo ha recordado? Y el mecánico, ¿puede lidiar con los nuevos retos de los nuevos vehículos que hemos de tener en nuestras manos? ?quién ha de tener la capacidad para diseñar este tipo de sistema educativo y mantenerlo vigente? ¿Hemos de seguir pidiendo más presupuesto para seguir haciendo más de lo mismo, de la misma forma, con los mismos métodos? ¿Seguiremos pretendiendo obtener así resultados radicalmente distintos? ¿Hemos de pretender preparar personas integralmente desarrolladas para el mundo de mañana con los fundamentos y planteamientos de ayer?
Se hace necesario un planteamiento serio y profundo, más bien, un replanteamiento radicalmente distinto. Este replanteamiento debe partir de un serio y auténtico Plan de Nación, algo que obviamente no existe en la República Dominicana. Vemos los planes que se plantean y los planteamientos que se planifican (como el Plan Decenal, por ejemplo), y si analizamos objetivamente, veremos que es más de lo mismo. Las preguntas base no han sido formuladas. Se habla de más acceso, de más presupuesto, de más de lo mismo... a veces delicadamente disfrazado.
Es obvio, porque quienes están proponiendo estos planteamientos son quienes han sido formados por el mismo sistema que están tratando de formar... y viceversa. Así que lo natural es que la génesis de estos planes esté contaminada por la misma genética que le dio lugar a los modelos dominantes en quienes dicen gestar el cambio de modelo. Einstein lo dijo muy claro: "El problema debe ser resuelto desde un nivel superior a aquél en el que fue creado".
Hay que comenzar con un plan de Nación que defina lo que queremos como país, como ciudadanos, como cultura, como rasgos esenciales de competitividad nacional integral, no solamente empresarial.
¿Puede el sistema educativo actual “producir” el ciudadano que queremos, cuando ni sisquiera se ha establecido cuál es el ciudadano que queremos? ¿Puede este sistema cooperar en la formación de un ser humano integral y competitivo para la cacareada “nueva economía”? ¿Puede este sistema arrojar una nueva cultura, fundamentada sobre las virtudes que requerimos instaurar en nuestra sociedad, como respuesta y refuerzo al logro de un Plan de Nación que no existe?
¿Sabemos hacia dónde vamos? ¿Sabemos qué es lo queremos realmente obtener? ¿lo que nos conviene como Nación, como sociedad, como país? ¿Hemos establecido los objetivos de manera creativa y con claridad? ¿Hemos delineado el camino correcto para llegar a esas metas? ¿Estamos construyendo esos caminos? ¿O más bien nos estamos concentrando en aspectos cosméticos de forma, de adorno, de normativa, de presupuesto, de indicadores que refuerzan el modelo que cada vez nos aleja más y más del blanco, de la diana, del centro?
¿Cómo poder encontrar las respuestas?
viernes, 12 de octubre de 2007
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